Aunque existen otros productores en el mundo, la referencia de calidad, expresión y delicadeza de la Carménère la encontramos en Chile.
Para entender la historia de la Carménère vale la pena retroceder al lejano 1555, cuando Chile empezó su viticultura con las primeras varietales traídas por los europeos. Estos primeros vinos, destinados a oficiar la misa, cambiaron durante la historia del bello y multiclimático país dedicado a la agricultura, tanto en calidad como en concepto. Cercano a 1800, una serie de entusiastas viticultores muy conocidos hasta nuestros días (ya que son de las bodegas más afamadas de ese país), introdujeron a Chile el modelo francés de vitivinicultura y con ello importaron muchos varietales de zonas importantes de Francia, entre ellos seguramente tamizada la cepa Carménère, originaria de Burdeos, en donde no tiene mucho éxito por su tardía maduración.
Por el contrario en Chile, con zonas de insolación importantes, puede desarrollarse de manera majestuosa puliendo todos sus aromas herbáceos característicos a base de sol y deshidratación, creando vinos de expresión frutal con toques herbáceos y balsámicos excepcionales.
La cepa que eligió a Chile como hogar
Con el problema de la filoxera en Europa rondando la década de 1860, la Carménère se creyó extinta como muchas otras cepas en su momento. Pero existía un refugio donde esta plaga no había llegado y ese lugar era Chile, protegido por una gran cordillera y un pacífico océano, impidió que el insecto arribara, confundiéndose bajo el nombre de Merlot; fue en 1994 que el ampelógrafo Jean Michel Boursiquot, después de algunas observaciones en la brotación, floración, maduración y coloración de las hojas, con un respectivo análisis de ADN de los cloroplastos de las mismas, pudo determinar que no era Merlot, sino la insigne Carménère.
Chile posee actualmente nueve mil hectáreas de esta cepa con más de 200 fenotipos en todo el país, debido a su adaptación climática y al suelo. Aunque no es autóctona, es definitivamente la insignia de una nación enamorada de los vinos, donde llegan a tener el 80 % de manera orgánica. Aunque existen algunos otros lugares como EU, Italia, y algunos nuevos productores en el mundo que se enamoran de los colores, aromas y estructura de la Carménère, la referencia de calidad, expresión y delicadeza la tenemos en Chile con sus afamados vinos varietales y coupage de esta uva. Hoy existen en Chile terruños donde la Carménère habita a pie franco (sin porta-injerto), con cepas en algunos casos centenarias, en lugares tan diferentes como cercanos a la costa, en el Valle Central y en zonas de altura en la cordillera que es donde mejor se desarrolla por su maduración tardía y necesidad de sol, cuidando con la altura la acidez que todo vino debe de conservar. Dentro de las zonas importantes para el desarrollo de la Carménère podemos encontrar el alto Cachapoal, Alto Maipo, el Valle de Colchagua y el Aconcagua con sus respectivos single vineyard, terruños o zonas ideales para el desarrollo de esta uva.
No dejes de probarla. Un abrazo.
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