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Cerveza, más allá de barras y estrellas

cervecera. Los estilos tradicionales han sido retocados y transformados, además de creaciones inéditas que se han mostrado al mundo con orgullo, despertando admiración y por supuesto emuladores.

 

Los inmigrantes alemanes, holandeses, escoceses, belgas e ingleses llegaron a la nueva tierra americana no sólo con sus sueños a cuestas, sino también con su amor por la cerveza. Conforme se expandía su presencia, también se hacía imperante la necesidad de obtener de manera inmediata una bebida que era parte irreductible de su cultura, así que la fabricación de cerveza no se haría esperar y en 1623 surgió la primera cervecería  en New Ámsterdam (actual New York).

La fundación de este país está ligada en buena medida a la cerveza  y algunos de sus personajes emblemáticos también se imbuyeron en estas artes: George Washington tuvo su propia cervecería en Mount Vernon y Thomas Jefferson en Monticello, allá por el siglo 18. No obstante, la catapulta en la producción masiva vendría de manos de Adolphus Busch, quien creó una Lager de gusto ligero y que no sólo se convertiría en la más consumida y producida, sino que también la compañía sería la más grande de este país (junto con Miller dominan el 80 % del mercado).

Mucha de la fuerza que reunieron las grandes cervecerías vendría al terminar la Prohibición (1919-1933), incluso resistieron a las propuestas prohibicionistas durante la Primera Guerra Mundial, que deseaban evitar usar los granos para elaborar bebidas alcohólicas. Muchos años pasaron y las grandes marcas se posicionaron en el mercado local con cervezas inocuas. Esto cambiaría en 1978,  cuando el presidente Jimmy Carter legalizó el hombrewing y en Colorado surgió la American Homebrewers Asociation (AHA). A partir de los años 80 el interés por la creación casera y artesanal se despertó de una manera insospechada, de los primeros 100 aventurados de aquella década se ha llegado a un numero que supera los 1,000 micro productores (brew-pubs incluidos) actuales.

Los micro cerveceros estadunidenses han sido verdaderamente prolíficos y su imaginación no parece tener límites (sin duda el carácter desprejuiciado y un tanto desparpajado les ha sido de gran ayuda), crearon las llamadas imperial termino aplicado a todos los estilos que superen la graduación alcohólica convencional; de la misma manera se han aficionado al amargor del lúpulo, mostrando su afecto a la planta por medio de cervezas con importantes cargas de ésta, sin olvidar que Washington es la gran región productora de este ingrediente y que cada año se presenta una variedad nueva, normalmente modificada, para alcanzar más y mejores aromas, y por supuesto mayor nivel de alfa ácido (amargor).

Tampoco resulta extraño encontrar estilos híbridos (uso de elementos Ale y Lager en una misma cerveza), un buen ejemplo es la California Common Beer; modificaciones tan inusuales como las Sour Ale (versiones estadunidenses de las Lambics belgas) elaboradas tipo Stout (o con mezcla de ésta) o usando uvas Pinot Noir y miel o envejecidas en barriles de whiskey.  En este momento los cerveceros artesanales están causando furor con las Black IPA, Lager dry hopped, Cream Ale,  spiced y smoked beers y las nuevas Sidras y Meads (hidromiel).

De manera adyacente a la producción, se han gestado organismos que soportan a la cervesofilia impulsándola por medio de difusión cultural (eventos gastronómicos y convenios con restaurantes y Chefs), preparación académica (Beersommeliers, maestros cerveceros), publicación de revistas, libros, blogs y paginas web. En este sentido la Beer Judge Certification Program (BJCP) nació en 1985 con la finalidad de incrementar y promover la calidad en los nuevos productos, al mismo que es una guía para los que inician en este universo.

Algunas de las microcervecerías más interesantes son, por ejemplo, Stone Brewing, fundada en 1996 por Greg Koch y Steve Wagner, digno representante de las cervezas lupuladas y de una gran fineza; Dogfish Head creada por Sam Calagione en 1995, sin duda una de las microcervecerías de culto más influyentes; en Vermont se encuentra Magic Hat, una empresa tan sui generis como sus cervezas, llenas de misterio y fantasía (casi como los dibujos animados); New Belgium Brewing es una empresa líder en el uso de energía eólica y también puntera en la innovación de estilos cerveceros tan sorprendentes como su sala de degustación;  Rogue, además de ser el nombre del río que corre por Oregón meridional, es también la cervecería más reconocida de la zona, sus creaciones son verdaderas joyas; Flying Dog es delirante, tanto  en el diseño de sus etiquetas como en sus imperdibles cervezas; Samuel Adams, fundada en 1985 por Jim Koch, se ha vuelto un emblema de las microcervecerías de alto alcance, además de explorar los viejos estilos europeos ha puesto también su grano de arena en la escena cervecera estadunidense; Brooklyn Brewery es un pilar en la ciudad homónima, no sólo fabrican excitantes cervezas, también son grandes promotores de la cultura gastrocervecera en el país.

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 Para los cervesófilos es también obligada la visita al Great American Beer Festival, que se realiza en Colorado, considerado el más grande en su tipo, con concursos y exposiciones de productores de todo Estados Unidos. Es atractivo también visitar la capital cervecera estadunidense: Portland, en Oregón, y su festival de cuatro días de duración, el Oregon Brewers Festival.

La cervesofilia estadunidense crece a pasos agigantados (tanto que no cabe en este pequeño rincón), empero, merece la pena adentrarse y aventurar el paladar en tan deliciosas propuestas.

 

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