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Entre los Beatles y la hora del té

Si tienes frío, el té te calentará. Si tienes calor, el té te refrescará. Si estás deprimido, te animará. Si estás excitado, te calmará.

William Gladstone.

Íconos de una nación

¿Qué sería de la cultura inglesa sin el legendario cuarteto de Liverpool, los famosos autobuses de dos pisos, las cabinas telefónicas rojas o su emblemática hora del té? Algo difícil de reconocer sin duda, sobre todo, porque esta última es una de las tradiciones más significativas en su haber. Su origen se remonta cientos de años atrás y todavía hoy tiene un gran arraigo en la sociedad.

Según cifras del Consejo Británico del Té, en el Reino Unido se toman 165 millones de tazas de esta bebida al día, 60,2 mil millones por año. Su consumo per cápita es el segundo más grande del mundo: 2,5 veces mayor que el de Japón y 22 veces más grande que el de Estados Unidos.

Cuando se trata de beber, el pueblo inglés se enorgullece de su té y del ritual que a pesar del paso del tiempo y un estilo de vida cada vez más acelerado permanece en la esencia del five o’clock tea.

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Oro verde

El té es patrimonio de Oriente y cuenta la leyenda que fue el emperador chino Shen Nung quien descubrió la infusión mientras descansaba junto a un arbusto, que al paso de una ligera brisa dejó caer unas cuantas hojas en el agua que bebía para calmar su sed. Shen observó cómo el líquido se teñía y adquiría un agradable –y hasta entonces desconocido– sabor. Había nacido el té.

El llamado “oro verde” proviene de la Camellia Sinensis y da origen a más de tres mil variedades de té, convirtiéndola en la segunda bebida más consumida en el mundo, sólo después del agua.

China es el mayor productor de té con 1,4 millones de toneladas anuales –esto equivale al 33% del total mundial–, India y Sri Lanka también sobresalen en  esta industria.

El té llegó a Inglaterra en la primera década del siglo XVII importado por los holandeses, su precio era muy alto, así que para 1630 gozaba de popularidad sólo entre las clases privilegiadas. Fue hasta 1658 cuando Thomas Garraway abrió el primer local público en servirlo.

Cuatro años después, el rey Carlos II de Inglaterra se casó con Catalina de Braganza, una gran entusiasta de este brebaje que lo consagró en el gusto de la corte británica. Pese a ello, fue alguien más quien logró convertir el rito de tomar el té en un verdadero acontecimiento social que pasaría de generación en generación.te verde

Llegó para quedarse

Para 1700 ya había una gran demanda de té en toda Europa, la gente lo bebía por su rico sabor y sus beneficios a la salud, con el tiempo, los precios se regularon y su accesibilidad lo hizo cada vez más popular. Esta moda tuvo su auge en Alemania, Francia, Portugal y otros países que eventualmente regresarían a sus bebidas tradicionales, no así Inglaterra, que adquirió la costumbre de tomar el té como en ningún otro lugar.

Hasta entonces solía disfrutarse a cualquier hora del día sin distinción. El inicio del afternoon tea vino un siglo más tarde cuando Anna María Russell, duquesa de Bedford, lo inauguró una tarde de 1840.

En aquella época, la comida se servía a mediodía y no se consumía otro alimento hasta las ocho o nueve de la noche. Así pues, agobiada por el hambre entre uno y otro tiempo, la duquesa ordenó una taza de té con un bocadillo. Tan satisfecha estuvo de la ocasión que decidió repetirla una y otra vez añadiendo posteriormente la grata compañía de sus amistades. Al paso del tiempo, estas reuniones se convirtieron en una celebración que permeó todas las escalas sociales, de tal suerte que aún hoy en día el té es parte fundamental del culto social y la dieta británica.

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Para olvidar las penas

La importancia con la que ha permanecido a través de los siglos se debe tanto a su apetecible sabor como al significado cultural que adquirió con los años. En el pasado, cada aspecto de la ceremonia era importante, desde la mantelería, el uso de vajilla de porcelana y cucharas de plata para no alterar sabores, hasta la habilidad del anfitrión para ofrecer la bebida y complementarla con los más suculentos tentempiés.

En la actualidad, estas costumbres han sufrido algunos cambios, hay quienes beben té a toda hora, en envases modernos y por ningún motivo en particular, o sólo en ocasiones especiales, pero más allá de esto, hemos de reconocer que su atributo espiritual permanece inalterado.

La duquesa de Bedford había descubierto antes el placer de compartir una taza de té –he ahí la auténtica virtud de su legado–, los ingleses heredaron ese gusto y perpetuaron el encanto de tener un momento con los amigos ya sea en la alegría, en el duelo, en el reencuentro, para escapar del frío o para endulzar los problemas del día a día. De acuerdo con su cosmovisión, una  buena taza de té lo arregla todo. El primer ministro de la reina Victoria, William Gladstone, ya lo decía: “Si tienes frío, el té te calentará. Si tienes calor, el té te refrescará. Si estás deprimido, te animará. Si estás excitado, te calmará”.

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Una experiencia “real”

La variedad de tés que existen en el mercado se diferencian por sus propiedades y la forma en que se les procesa, entre ellos destaca el té negro de color profundo y sabor robusto. Algunos de los más reconocidos provienen de la India y ofrecen aromas florales o cítricos. Por su parte, el té verde es más delicado y ampliamente conocido por sus múltiples beneficios para el organismo.

En Gran Bretaña se acostumbra acompañarlo con leche, miel o terrones de azúcar. Si deseas disfrutar de la experiencia al estilo de la vieja usanza, no olvides tomar la taza por el asa con la mano derecha y sostener el plato de la base con la mano izquierda, jamás levantes el dedo meñique y utiliza tu cucharilla a discreción ¡te sentirás parte de la realeza!

Si vamos más lejos, puedes planear tu próxima visita a uno de los tantos salones de té que son un deleite para los turistas y los famosos que suelen frecuentarlos. Para un presupuesto modesto están las múltiples confiterías y coffee shops de tradición, si tu bolsillo lo permite, puedes regalarte una tarde de té inolvidable en cualquiera de los prestigiosos hoteles de Londres, la ciudad capital. Algunos de ellos han sido varias veces galardonados por la exquisitez de sus infusiones, mismas que acompañan con panecillos recién horneados y mermeladas caseras. Otros ofrecen un marco de sofisticación absoluta, selecciones únicas de tés de la mejor calidad y deliciosos pasteles franceses, todo amenizado con música de piano.