Conversamos con Eric Lebel, chef de cave de la casa francesa Krug, quien nos introdujo un poco en la vida diaria entre vides, uvas y barricas de una de las marcas más exclusivas en el mundo. Esto fue lo que nos contó sobre el legado, la historia y la tradición que envuelve a la familia aun después de 166 ediciones de excelencia.
¿Qué hace a Krug un champagne único?
El sueño del fundador Joseph Krug era crear cada año la más rica expresión de champagne, independientemente de los cambios climáticos, y para eso creó una biblioteca de individualidades; ya tenía la idea de que si se elaboraba un champagne por cada parcela en la región, se tendrían 278,000 etiquetas diferentes.
Lo que a nosotros nos interesa al unificar los vinos es resaltar cada individualidad de la uva. Joseph Krug registró en 1848 en su diario, que la expresión más rica del champagne era tratar de conservar la multitud de las individualidades de las uvas.
Krug es una campaña de lujo que crece con el tiempo y que refleja la calidad, la autenticidad y sobre todo, las emociones: creemos que la esencia del champagne es el placer.
¿Cómo ha llegado el sueño de Joseph Krug a nuestros días?
Él escribió también que una buena casa debía que tener dos cuvée al año. Es por esto que la primera es el ancestro de Krug Grand Cuvée, una edición que yo recreo cada año y que es única aunque la inspiración sigue siendo la misma.
Nuestro segundo cuvée es la expresión de la segunda individualidad de la uva. Hoy estamos en la edición número 166, lo que significa que hemos recreado el sueño del fundador en 166 ocasiones. A principios del mes de abril estaremos trabajando sobre la 174° edición de Krug Grand Cuvée, que se podrá degustar hasta 2026.
En todos los oficios la transmisión juega un rol fundamental. Yo trabajo con Krug desde hace más de 20 años, desde la quinta generación, y claro que alrededor de mí hay un equipo intergeneracional de hombres y mujeres enólogos, ingenieros o químicos. La transmisión comienza desde la adquisición de un nuevo conocimiento, y en Krug se mide en siete años como la unidad del Grand Cuvée.
¿Qué factor diferencia a Krug de otras casas?
La individualidad es un factor clave. Somos vecinos de un mismo pueblo, pero cada casa tiene una tierra y cantidad diferente. El hecho de que Krug presente la expresión de por ejemplo, 16 ediciones diferentes, es la razón por la que decimos que no somos los más bellos o los más fuertes, tampoco los más inteligentes, pero hacemos selecciones diferentes a las que hacen otras cavas que nos llevan a producir un champagne diferente de los demás.
La selección, el ensamblaje, el tiempo, son factores que se suman a Krug ID, un número de identidad de cada botella que se puede buscar en Internet y ofrece un listado de la elaboración de dicha edición, consejos, el juego del maridaje y una conexión con la música a través de varias aplicaciones.
¿Qué historia hay detrás de Krug Rosé?
Si Grand Cuvée es el sueño del fundador, Krug Rosé es el de la quinta generación. En la década de 1910 el champagne rosado no existía mucho, entonces la Casa era dirigida por Henri Krug, el hombre de la individualidad y la creación, mientras que su hermano Remi, el trotamundos, regresaba de sus viajes y recomendó a su padre empezar a experimentar con la creación de un champagne rosado, cosa que Henri hizo al momento.
Se realizó un ensamble de blancos y por otro lado, un Pinot Noir con la elaboración de un tinto tomó el mismo tiempo en cava que el Grand Cuvée, sufriendo una evolución de color desde el granate hasta el rosado claro. Hoy estamos en la 22° edición de esta gran etiqueta.
¿Cómo evoluciona Krug con el tiempo?
Es cuvée de lujo, esto quiere decir que crece con el tiempo. Todos los aromas de frutas frescas, pan y tonos cítricos son dinámicos en nuestro Rosé, que consideramos muy dinámico. Por otro lado, Grand Cuvée presenta aromas de tabaco rubio, ahumados que varían muchísimo y que crecen con el tiempo dentro de la botella.
¿Cuál es el papel de un chef de cave durante la producción del vino?
Es un trabajo de cada instante, de comunicación, de intercambio y trabajo con todos los viticultores a los que compramos las uvas, porque no son relaciones de un año, sino de decenas; por ejemplo, en algunos pueblos hay familias de vinicultores que entregan uvas a Krug desde 1860.
Yo estoy con la sexta generación de la familia y entiendo la compra de uva primero como una amistad; conocemos perfectamente a todos nuestros proveedores y somos la única casa que, antes de la vendimia, visita las parcelas y prueba la uva en el terreno. En la primavera, cuando el champagne ya está elaborado, invitamos también a los cuatro productores a probar y empezamos a discutir sobre la calidad e intercambiamos opiniones.
¿De dónde viene el interés por la música en Krug?
Ella siempre ha estado presente en la familia; nosotros acompañamos las salas de degustación con una música especial que va con el champagne que presentamos. Sirve para explicar el champagne, nos encontramos todos degustando y no siempre tenemos el vocabulario técnico; la idea de la música como lenguaje universal, es explicarlo a través de ella para llegar a las emociones. Así que algunos pondrán cierta pieza sobre este Grand Cuvée y quizá yo preferiría ilustrarlo con otra. Muchas veces decimos que esta es una sinfonía, una orquesta sinfónica, porque cada vez encontramos hasta 120 o 140 vinos diferentes para reconstituir esta etiqueta.
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