El país con mayor extensión cultivada de viñas en el mundo cuenta con una histórica cultura de producción, la cual avala con orgullo los vinos de sus distintas regiones y denominaciones. Las variedades son abundantes, así como las posibilidades de vinos que de ellas se producen.
España representa un icono en la cultura del vino, pues su tradición y desarrollo en el tema ha permitido servir como modelo a otros países productores. La extensión de viñas plantadas es la más grande registrada en un país (casi 1.2 millones de hectáreas de viñedos), con una producción que se coloca en la tercera posición mundial, después de Italia y Francia.
El territorio cuenta con importantes variedades de uva nativas, entre las que se encuentran: Tempranillo, Albariño, Garnacha, Palomino, Airén, Macabeo, Parellada, Xarel lo, Cariñena y Monastrell. Internacionalmente son conocidos y valorados sus vinos de zonas como Rioja, Ribera del Duero, Jerez, Rías Baixas, Penedés y Priorato.
Tradición vinícola, el origen
La abundancia de variedades viníferas nativas en la península ibérica posibilitó el comienzo temprano de la viticultura con semillas de uva del periodo Terciario. Algunos arqueólogos creen que estas uvas fueron cultivadas por primera vez entre el año 4000 y 3000 a. de C., mucho antes de que los fenicios fundaran la ciudad de Cádiz. Tras los fenicios, los cartagineses introdujeron nuevos avances en el cultivo de la vid. Las guerras púnicas entre Cartago y la emergente república de Roma, llevaron a la conquista romana de la península, a la que llamaron Hispania.
Durante el dominio romano el vino español fue comercializado y exportado extensamente; en esta época se exportaba a la Galia más vino español que italiano.
La necesidad de abastecer al vasto imperio y sus legiones, contribuyó a intensificar el tráfico comercial que habían alcanzado los vinos españoles.
Tras el declive del Imperio Romano, Hispania fue invadida por hordas germánicas que destruyeron muchas plantaciones de vid. Poco se sabe sobre el progreso de la viticultura y la vinificación durante este periodo, pero parece evidente que existió algún tipo de industria vinícola durante la ocupación árabe de principios del siglo VIII.
Con la reconquista, se volvió a abrir la posibilidad de exportar vino español. Bilbao surgió como un gran puerto comercial, a través del cual se introducían vinos españoles en los mercados ingleses de Bristol, Londres y Southampton. La calidad de algunos de estos vinos exportados parece haber sido alta. En 1364, el tribunal de Eduardo III estableció el precio máximo del vino vendido en Inglaterra.
La llegada al Nuevo Mundo y la filoxera
Con la llegada de España a América (1492), se abrió un mercado para la exportación, así como nuevas oportunidades para la producción de vino: como es sabido, los misioneros españoles llevaron vides europeas a las nuevas tierras.
La piratería inglesa, aunque perjudicial para los intereses de los comerciantes de vinos españoles, fue un factor importante en la difusión del vino español en Inglaterra. Los constantes conflictos con Inglaterra debilitaron a la marina española. España pasó a ser más dependiente de los ingresos de sus colonias, incluida la exportación de vino a las Américas, en tanto que el surgimiento de industrias de vino en México, Perú, Chile y Argentina fue percibido como una amenaza a estos ingresos por Felipe III, quien en 1595 frenó mediante decreto la expansión de viñedos en el virreinato del Perú, aunque esta prohibición fue ignorada en cierta medida.
Los siglos XVII y XVIII, fueron épocas de popularidad para varios vinos españoles, especialmente para Jerez, Málaga y Rioja, pero más adelante la industria vinícola española perdió competitividad ante otros países productores. Un momento decisivo ocurrió a mediados del s. XIX, cuando la epidemia de la filoxera arrasó los viñedos europeos, en especial los franceses. La escasez repentina de vino francés contribuyó a consolidar la vinicultura en España. La filoxera alcanzó finalmente España, devastando regiones como Málaga, en 1878, y alcanzando a La Rioja en 1901. En poco tiempo llegó el remedio del injerto y fue utilizado extensamente.
El fin del s. XIX también vio el nacimiento de la industria del vino espumoso en España con el desarrollo del cava en Cataluña, y más adelante se estableció el sistema de Denominaciones de Origen, comenzando en La Rioja en 1926.
Geografía y distintos climas
Uno de los elementos geográficos más influyentes en la viticultura española es la vasta meseta que cubre gran parte del centro de España. De allí fluyen al mar varios de los principales ríos protagonistas en las personalidades de las distintas regiones vinícolas españolas.
Estos ríos son el Ebro, que recorre La Rioja y varias regiones vinícolas catalanas; el Duero, que fluye hacia el oeste a través de la región de la Ribera del Duero, y continúa cruzando la frontera de Portugal por la región del Vale do Douro; el Tajo, que atraviesa las regiones de Castilla-La Mancha y Extremadura; y el Guadalquivir, que desemboca en el Atlántico, cerca de Jerez.
Además de la Meseta Central, tienen relevancia la cordillera cantábrica y su continuación, los Pirineos, los cuales protegen a regiones como a La Rioja de la lluvia y el fresco proveniente del golfo de Vizcaya.
El clima se hace más extremo el interior, en la Meseta Central, y se caracteriza por veranos calurosos con temperaturas que pueden alcanzar 40 °C y condiciones de sequía. Muchas regiones reciben menos 300 mm de lluvia anual. Los inviernos en estas regiones se caracterizan por temperaturas frías, a menudo bajo cero y hasta -22 °C.
Variedades plantadas
Puede ser que existan más de 600 variedades de uva plantadas en España, pero 20 variedades concentran el 80 % de la producción de vino del país.
La uva más plantada es la variedad blanca Airén. La uva tinta Tempranillo es la segunda variedad más extensamente plantada, eclipsando hace poco a la Garnacha. Ambas son utilizadas para elaborar tintos de mucho cuerpo asociados con Rioja, Ribera del Duero y Penedés.
En el noroeste, las variedades blancas de vino de Albariño y Verdejo, son uvas populares en Rías Baixas. El Cava producido en las regiones de Cataluña, se elabora con Macabeo, Parellada y Xarel lo, también usadas para la producción de vinos blancos. En el sur, las principales uvas son Palomino y Pedro Ximénez.
Hoy en día es importante la presencia de variedades internacionales, como Cabernet Sauvignon, Chardonnay, Syrah y Sauvignon Blanc. También se cultivan Cariñena, Godello, Graciano, Mencía, Loureira y Treixadura.
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