El vino es la representación más sensible y exquisita de la combinación entre la tierra y el hombre. En una copa de vino se encuentran las características de la tierra, así como el clima y cuidado que le otorga el vitivinicultor a cada vid. El vino de la zona del Bajío, es la representación más sensible y exquisita de su territorio, llena de historia, de cultura y de patrimonios naturales, es un lugar lleno de un pasado generoso. Esta bebida llegó a México con los españoles: nuestra conquista no sólo fue territorial y religiosa, sino también enológica. Hernán Cortés, al darse cuenta de las características del suelo y del clima de nuestro país, ordenó plantar mil cepas por cada cien indígenas. Por ser una zona con clima perfecto para la vid, en muy poco tiempo Guanajuato estaba lleno de producción de uva, aunque más tarde Felipe II ordenó la destrucción de todos los viñedos existentes. Los únicos que permanecieron, fueron los de algunos frailes y misioneros que lograron mantenerlas para ser usadas al momento de consagrar. Ya en el siglo XIX, Porfirio Díaz impulsó la vitivinicultura, importando más de un millón de cepas de distintas partes de Europa; fue cuando la industria del vino en nuestro país se desarrollaba en pleno, sin embargo, eso terminó en la época de la Revolución. Pero la pasión y el gusto por el vino renació una vez más a finales del siglo pasado, dando paso a un nueva historia en la vitivinicultura en Guanajuato, que al igual que su gente demuestra una lucha incansable por su historia y tradición. Raíces centenarias La sierra de Santa Rosa está enmarcada por sus bosques de pinos y encinos, y acompañada en sus faldas por vides guanajuatenses. En este lugar mágico nace la independencia de nuestro país: en un maravilloso pueblo llamado Dolores Hidalgo, cuna de la Independencia Nacional, nuestra Cuna de Tierra. El 1989, don Juan Manchón padre y don Ignacio Vega, amigos entrañables, plantaron las primeras vides en estas tierras; el hijo de don Juan se convirtió en enólogo y fue aquí donde comenzó la historia. Hoy, Cuna de Tierra cuenta con más de 30 hectáreas donde se cultiva gran variedad de uvas como son: Cabernet Sauvignon, Merlot, Tempranillo, Malbec, Nebbiolo, Sauvignon Blanc, entre otras. Boutique de primer nivel En 2013 se terminaron de construir las nuevas instalaciones de la bodega, diseñadas por los arquitectos Ignacio Urquiza y Bernardo Quinzaños, y que fueron premiadas con la medalla de plata en la 1a Bienal de Arquitectura de la Ciudad de México. Ese mismo año conocí a Ramón Vélez, en ese entonces director general del Consejo Mexicano Vitivinícola, quien me platicó de un lugar maravilloso que existía en Guanajuato, donde se estaban produciendo vinos que expresaban la calidad de su terruño, vinos con carácter fuerte e independiente. También me habló de su hermosa arquitectura y al final me invitó a visitarlos. A unos minutos del centro de Dolores Hidalgo, está Cuna de Tierra, una bodega boutique que cuida desde la primera vinificación cada detalle de sus procesos: la elección y cuidado de las viníferas, la selección de los frutos, la renovación de las barricas y sus ensambles únicos, otorgan una personalidad elegante y sofisticada a sus vinos, reflejando el terruño guanajuatense. Al llegar te encuentras con un espacio inigualable, primero te dan la bienvenida las vides de Cabernet y Nebbiolo que se encuentran en la entrada del lugar, ¡tus ojos no alcanzan a distinguir hasta dónde terminan estas hermosas plantas llenas de uvas! Inmediatamente después llegan por ti en un hermoso tractor antiguo, en el que recorres kilómetros, bajo una vista única. A lo lejos, en medio del paisaje, ves un levantamiento; ahí hace la primera parada el tractor, puedes bajarte y subir los escalones de una imponente torre de piedra, y al llegar a la cima el panorama es insuperable: 30 hectáreas de la planta más preciada por los amantes del vino.
Producciones con legado Al estar en este majestuoso lugar, empiezan por contarte la historia de don Juan y don Ignacio, de su familia y de las generaciones que han seguido con este legado. El camino sigue hasta una construcción que parece una fortaleza, la cual trasmite tranquilidad y seguridad bajo un ambiente amigable. Los espacios son opulentos, la sala de fermentación destaca por sus tanques de acero inoxidable que almacenan todos sus vinos, y ahí explican el procedimiento de vinificación. Al caminar por entre unas grandiosas paredes de cemento, nos conducen a una de las cavas más bellas, la sala de barricas de Cuna de Tierra: 200 barricas de roble francés, roble americano y también de origen húngaro que enamoran al entrar a este lugar. Aquí los aromas a madera, caramelo y vainilla, hacen inigualable el espacio. En el último año, Cuna de Tierra vinificó 90 toneladas de vino y lanzó 70 mil botellas a la venta. Su objetivo es producir no más de 120 mil botellas anuales, por supuesto, manteniendo su calidad excepcional.
Sus etiquetas son:
- Cuna de Tierra: ensamble de Cabernet Sauvignon 40 %, Merlot 35 %, Syrah 20 % y Cabernet Franc 5 %; este elegante vino se muestra complejo en toda su presencia. Personalidad: clásico y complejo;
- Syrah: Syrah 75 % y Merlot 25 %, ensamblan en un delicado vino. Personalidad: sutil;
- Pago de Vega: delicioso ensamble de la mejor selección de sus viñedos más antiguos de Cabernet Sauvignon 80 %, Syrah 10 %, Merlot 5 % y Cabernet Franc 5 %. Personalidad: madurez y experiencia, todos con 12 meses en barrica.
- El Nebbiolo: Nebbiolo 60 %, Malbec 20 % y Tempranillo 20 %; pasa de tres a seis meses en barrica y llama la atención su complejidad.
Sus vinos más jóvenes:
- Torre de Tierra Tinto: Tempranillo 80 %, Cabernet Sauvignon 20 %, en maceración prefermentativa y carbónica, de personalidad Jovial;
- Torre de Tierra Blanco: uva Semillón 100 % de más de dos décadas, almacenada en cámara fría posterior a la cosecha y fermentada a baja temperatura, predomina su sencillez.
Sus etiquetas han ganado medallas en el Decanter World Wine Awards, y Les Citadelles du Vin, entre otros premios. Del huerto a la mesa Para disfrutar de estos deliciosos vinos, Cuna de Tierra cuenta con una cocina excepcional creada por el chef Ricardo Rafael, quien cocina con lo que brinda su huerto, por ello todo es fresco, desde el pan elaborado con masa madre en sus hornos, hasta la excelsa mantequilla de elote amarillo; esto, junto con las mermeladas de blueberry que acompañaron una exquisita tabla de los mejores quesos, hicieron de mi visita a Cuna de Tierra un completo deleite. ¡Vívelo y conócelo! A diferencia de otras vinícolas, la Bodega Vega Manchón, nombre formal de Cuna de Tierra, cuenta con una sección exclusiva de eno-experiencias, en las cuales puedes hacer un hermoso recorrido en carreta por sus viñedos, conocer la zona de producción y la cava. Conoce la historia y el trabajo que vive detrás de una botella de vino y qué mejor que hacerlo en Cuna de Tierra. Este tour se encuentra en el Circuito del Vino de la ruta de Independencia y simplemente, no te lo puedes perder. Como lo he dicho otras veces, no te quedes sólo con leerlo, vívelo.
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