A lo largo de su historia, Krug ha reunido a personas sumamente talentosas para crear momentos irrepetibles.
Donde quiera que se comparta una copa de champagne, la pasión y la creatividad dan pie a maravillosas creaciones. Este año, la exquisita ciudad de Oaxaca fue el punto de encuentro de 13 reconocidos chefs que se congregaron para honrar, a través de un ingrediente invaluable en México, el savoir-faire del excepcional champagne. El resultado ha sido un maridaje inesperado cuyo protagonista es el chile mexicano.
El cellar máster Éric Lebel y cocineros provenientes de distintas embajadas Krug, cruzaron cuatro continentes para embarcarse en una aventura por tierras oaxaqueñas. Desde Sídney y Kuala Lumpur, hasta Viena y Tokio, visitaron uno de los campos de chiles más tradicionales en las afueras de la ciudad. Más tarde, el mercado de abastos de Oaxaca inundó sus sentidos con distintas variedades que los comerciantes ofrecían orgullosos: cascabel, ancho, de árbol, chilhuacle… algunos colgados, otros asados y unos más en las típicas canastas de yute, mostraban orgullosos sus formas y variaciones, aquellas que enriquecen cualquier plato mexicano de forma inspiradora.
Un viaje a las entrañas de la mexicanidad
Abigail Mendoza, cocinera tradicional de Oaxaca, fue la encargada de guiar a los chefs viajeros a descubrir el importantísimo papel que juega el chile en la herencia culinaria de nuestro país. Tal y como sucede en el viñedo, donde las uvas son cosechadas por hombres y mujeres de campo, y luego trasformadas en un vino excepcional, así los chiles mexicanos crecen en la tierra de donde se recolectan con un profundo respeto para convertirse, por medio de recetas que han pasado de generación en generación, en platos que alimentan el cuerpo y el alma de la comunidad.
Una vez que los chefs se adentraron en estas historias de herencia y sabor, crearon sorprendentes maridajes a partir de distintos chiles, tomando como inspiración sus respectivas culturas para exaltar el placer de compartir una copa de Krug.
El seductor chile ofrece innumerables manifestaciones a lo largo y ancho de todo el mundo; asado, crudo, tatemado, como condimento o ingrediente principal, las posibilidades son interminables, por lo que los chefs pudieron explorar su creatividad culinaria al máximo para dar lugar a recetas que, desde un amuse-bouche hasta el postre se enlazan a la perfección con Krug Grande Cuvée y Krug Rosé.
En especial, Krug Rosé ha sido concebido como un champagne con un atrevido carácter gastronómico. Desde el comienzo de su historia, ha sido inspiración de grandes chefs para crear una serie de platillos que maridan de forma inesperada, con elegancia y delicadeza.
Impulsados por un fuerte cariño a la casa, los chefs emprendieron un viaje único al origen de una tradición, en el que las raíces de dos arbustos, el chile y la vid, vincularon dos productos excepcionales: exquisitos platos y un champagne como ningún otro.
La manera sublime en la que se elabora Krug parte de una colección de vinos de reserva construida a lo largo de seis generaciones. Son 150 vinos distintos que expresan la personalidad y el terroir de cada parcela, que confluyen para crear año con año las nuevas ediciones de Krug Grande Cuvée y Krug Rosé.
Éric Lebel, en conjunto con un selecto comité de cata, analizaron más de 250 vinos cosechados en el año y que al mezclarse con las reservas de 10 añadas distintas, dan vida a este excepcional champagne.
“Cada edición de Krug Grande Cuvée es una orquesta de músicos tocando al unísono, desarrollando su propio estilo armónico a través de los años en la bodega. A lo largo del tiempo, cada edición se vuelve más distintiva al acentuarse ciertas facetas, mientras que en su núcleo conserva su esencia como la más completa expresión de Champagne”.
Éric Lebel – Krug cellar master
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