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Vinos ingleses: tintos, blancos y espumosos

La producción de vinos en este país realmente es reciente, ya que por la ubicación geográfica de Inglaterra el clima no ayuda en la plantación de vides. Sin embargo debemos resaltar que la región sur del país y sobretodo Kent presentan suelos de piedra caliza adecuados para el cultivo de uva, aunado a que en los últimos años las temperaturas cálidas incentivan viñedos para una producción de espumosos de gran calidad.

Se cuentan con registros que desde tiempos remotos en esta región del planeta se cultivaba uva y por ende se contaba con una incipiente producción. Fueron los romanos quienes trataron de cultivar en la zona norte del país, más específicamente en Lincolnshire, posteriormente, ya en la Edad Media, Inglaterra se posicionaba como uno de los clientes potenciales de los vinos producidos en Francia pero su sed se vio limitada por los aranceles para ingresar vinos y esto originó la preferencia por el jerez, oporto y bebidas procedentes de España y Portugal.

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De acuerdo con el Domesday Book, un censo de tierras compilado por Guillermo el Conquistador (duque de Normandía) se registraban docenas de viñedos para el año de 1064. Tiempo después los pocos viñedos con los que contaba la región se vieron afectados por la Filoxera (plaga de insectos que se hospeda en las raíces y hojas de la vid, absorbiendo su rica sabia y por lo tanto matando la planta).

Se tiene documentado que esta epidemia apareció por primera vez en Europa hacia 1853 y acabó con la mayor parte de plantaciones. Se dice que fue la familia Rothschild la responsable de la tragedia, porque importó unas cepas norteamericanas para sus fincas en Londres. A través del sur de Francia llegó a España y las primeras zonas afectadas fueron las del norte: La Rioja, Navarra y el Ampurdán.

Los ingleses atravesaron una fuerte crisis y para tiempos de la Primera Guerra Mundial llegó a su fin la tradición vitivinícola en la medida en que las necesidades se centraron en los cultivos de alimentos.

No fue hasta 1936 que el famoso botánico y enólogo George Ordish se arriesgó en plantar nuevamente vides en la región de Wessex y en el sur de Inglaterra. En la década de 1950, el teniente general Guy Salisbury-Jones, oficial retirado del ejército, estableció el primer viñedo comercial británico en el condado sureño de Hampshire. Así durante 30 años, las nuevas plantaciones se desarrollaron bajo el mando de personas aficionadas y con muy mala técnica en la producción, lo que llevó a catalogar a los vinos ingleses de faltos de personalidad, sabor y cuerpo.

Sin embargo esta mala reputación se debe también a que las condiciones geográficas y climáticas no ayudaban hasta hace unos cuantos años.

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La cara inglesa del cambio climático

Las tierras calizas y arcillosas de buena parte del sur de Inglaterra son notablemente parecidas a los suelos de Champagne en Francia, que se encuentran a poco menos de 300 kilómetros al sudeste, pero más allá de esta región beneficiada por sus condiciones geográficas, el factor clave de este repunte en la producción de vinos ingleses es el cambio climático que afecta a todo el mundo.

Los efectos positivos del calentamiento global sobre la industria inglesa del vino han sido ya demostrados en diversos informes de perfil científico. Los primeros resultados se dieron a conocer en 2003 por un par de investigadores estadunidenses, Gregory Jones y Michael White, en un congreso sobre cambio climático y viticultura, en el cual demostraron que en 27 regiones productoras de vino, el alza de las temperaturas en los últimos 50 años ha mejorado la calidad de la cosecha.

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De corte ingles

Sus vinos se distinguen por ser generalmente blancos y espumosos. En 2004 Seyval Blanc fue la variedad más cultivada, seguido por Reichensteiner, Müller-Thurgau y Baco. Otras variedades de uva blanca ampliamente cultivadas incluyen Chardonnay, Angevine Madeleine y Schönburger. Los principales tintos son Dornfelder, Pinot Meunier y Pinot Noir.

Podemos destacar que los vinos blancos ingleses poseen aromas florales y tienen una elevada acidez que los hace muy refrescantes, mientras que los vinos tintos varían de añejos a ligeros pasando por los de cuerpo, con fuerza, de pronunciado sabor y lleno en boca.

Los espumosos van en ascenso y para muestra basta comentar que en 2006, en el festejo del cumpleaños 80 de la Reina Isabel se sirvió un Blanc de blancs, producido por la bodega Ridgeview  en una pequeña villa en el este de Sussex y el caso más reciente: el del espumoso Chapel Down, que se sirvió en la boda del príncipe William y Kate Middleton.