Mark Beringer es descendiente del fundador y primer enólogo de Beringer Vineyards, donde hace un par de años se desempeña como chief winemaker. El encantador King Cole Bar fue el punto de reunión para platicar sobre su labor y esta reconocida bodega.
¿Cuál es la esencia que define a Beringer Winery?
Beringer Winery es la bodega con más antigüedad de Napa Valley, California, que ha elaborado vino de forma ininterrumpida desde hace más de 141 años, incluso durante la época de la prohibición, gracias a una licencia especial para la Iglesia y la medicina. Fue fundada por mi trastatarabuelo Jacob Beringer, por eso nuestro valor más importante es la tradición, ya que hemos hecho vinos durante muchísimos años en el valle. La clave es la consistencia, crear un legado que perdure a través del tiempo y con ello mantener un nivel de calidad muy alto. Nuestra esencia se encuentra en este legado y en mantener nuestras tradiciones a lo largo de cinco generaciones para crear vinos excepcionales.
Hablando de dicha calidad, ¿cuál es la importancia de su terruño?
El terroir es muy importante en todo viñedo. Napa Valley es uno de los mejores lugares del mundo para la producción de vino, esto debido a que posee un clima muy particular y un suelo sumamente especial formado por sedimentos marinos, restos de lava y cenizas volcánicas, pero principalmente por la niebla que desciende de la bahía de San Francisco todas las noches.
Sin ella, el valle sería demasiado cálido, y en cambio gracias a su presencia los días son templados, lo que le aporta a la uva un buen contenido de azúcar y sabor, mientras que por las noches la temperatura desciende, generando muy buena acidez. Además, Beringer posee algunos de los mejores viñedos en Napa Valley, lo que significa que tenemos cerca del 25 % del mejor Cabernet Sauvignon de la zona.
Esto además nos da mucha flexibilidad y diversidad; si trabajáramos en un solo viñedo tendríamos sólo los resultados de una cosecha que depende de la temporada, pero tener distintas viñas ubicadas a diferentes alturas, así como a lo largo y ancho del valle nos permite apoyarnos de las zonas más cálidas para darle al vino un buen balance, por ejemplo, si hemos tenido una cosecha muy fría, amén de que cada zona genera uvas con perfiles muy particulares.
Por supuesto, Napa Valley es conocido por su Cabernet Sauvignon y Chardonnay, pero en Beringer también cosechamos Pinot Noir, Zinfandel, Merlot y Petite Sirah; con ellos hacemos distintos blends y monovarietales sorprendentes. Esta diversidad resulta fundamental para mantener la calidad de la que tanto hablamos.
¿Cuáles son los tesoros de la vinícola?
Private Reserve es nuestro vino insignia; lo elaboramos cada año a partir de uvas provenientes de siete viñedos distintos, como Howel Mountain, Mount Veeder, Spring Mountain (de los viñedos originales de Beringer plantados en 1875), y de Chabot en St. Helena, donde se creó el primer Private Reserve Cabernet Sauvignon. Es un blend de los mejores vinos de cada año, para los cuales sólo elegimos las mejores uvas de cada viñedo y con ello creamos un vino excepcional, de un carácter muy particular como ningún otro.
Por otra parte, aunque es una colección relativamente nueva, Distinction Series es un área muy emocionante para quienes elaboramos vinos, ya que son más libres y expresan nuevas tendencias. Claro que es mi trabajo continuar con la tradición, pero esta serie nos permite experimentar lo que ocurre en el mercado.
¿Cuál es el mejor vino para conocer a la bodega?
Algunos de nuestros primeros consumidores comienzan con un White Zinfandel, un vino rosado que producimos mucho. De ahí suelen explorar gradualmente las otras líneas de nuestro portafolio hasta acercarse a los vinos más serios. Creo que nuestros vinos blancos, y por supuesto el Chardonnay, son excelentes opciones para acercarse a la bodega, hasta llegar al Private Reserve Cabernet Sauvignon una vez que comprenden nuestro estilo y tradición.
¿Cómo es para ti, como enólogo, ser parte de la creación de un vino, desde el estudio de la tierra hasta la botella?
La parte más bonita de ser enólogo es que se unen distintas profesiones. Comienzas siendo agricultor plantando la vid, cuidando que las uvas crezcan adecuadamente a lo largo de la temporada y hasta el momento de la cosecha, donde te conviertes en científico y debes analizar la química de la uva, fermentar su jugo y convertirlo en vino.
Luego llega el momento de unir cada cosecha para diseñar los blends, de darles su tiempo hasta crear el vino final, y es ahí donde yo considero que nos volvemos artistas, cuando hay que usar la mente y la creatividad para visualizar la forma en la que cada componente se mezclará hasta crear algo muy especial.
Por ello creo que todo enólogo es también agricultor, químico y artista; esto le da mucha versatilidad en muy buen sentido, además de tener la enorme posibilidad de visitar otros países para explicar el trabajo que hemos hecho.
Tú fuiste músico, ¿encuentras alguna relación entre el vino y esta expresión del arte?
¡Por supuesto! Yo veo al vino como una pieza de música, y me gusta usar esa analogía con Private Reserve Chardonnay, al explicarlo como una obra maestra cuya partitura comienza de forma muy sutil revelando la fruta, y que va mostrando la esencia del vino; luego se construye con la grandeza y el brillo de una pieza musical con su fragancia y textura. Y después, cuando termina la obra, es el finale, donde llega el gran final del vino con la madera, su hermosa persistencia.
Así como muchas piezas musicales se desvanecen hacia el silencio, igual pasa con este vino, con un gusto que dura por lo menos un minuto en boca, revelando aún sus maravillosos sabores.
Después de trabajar en otras bodegas, ¿cómo te sientes al ser ahora el enólogo en jefe de la bodega que fundaron tus antecesores?
Al principio resultó ser muy emocionante, pero en los últimos años, muy desafiante debido al enorme prestigio de la bodega. Es un puesto de gran importancia, pero con la experiencia que he recabado a lo largo de mi carrera creo que es un buen momento para tomarlo. Esta nueva etapa llega acompañada de muchos retos, pues se trata de un proyecto muy grande, con mucha historia.
Mis precursores se convirtieron en verdaderos ídolos, son íconos del mercado del vino, es mucha presión para mí y tengo el deber de continuar con el legado de mi familia, concluyó.
Fotos: Edgar Xolot
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