Deby Béard*
La tierra que todos los hombres desean ver, y después de verla una vez, aunque la hayan solo vislumbrado, no darían ese vislumbrar por todos los espectáculos del mundo combinado.
Así es como el autor norteamericano, Mark Twain, describió su encuentro con la India.
La India es la tierra de los contrastes, de riqueza incomparable y extrema pobreza, de palacios y chozas, de tigres y elefantes. Es un país de mil naciones, mil religiones y dos millones de dioses. Es un lugar del cual uno se enamora y quiere volver una y otra vez.
India es probablemente el país donde se encuentran los palacios más exuberantes del mundo. Tal es el caso del palacio en Udaipur, construido a mediados del siglo XVII, al cual el Marajá acudía solamente en los veranos. Consta de dieciocho habitaciones y está localizado en una isla natural en el lago Pichola. Hoy en día, se ha convertido en uno de los hoteles más lujosos del planeta, el Taj Lake Palace, donde se ha quedado gente como Vivien Leigh, la reina Elizabeth, el Shah de Irán y la primera dama Jacqueline Kennedy. Un barco te espera para llevarte a la isla donde se encuentra el hotel. El check-in lo haces en tu suite, donde tu mayordomo personal está siempre listo para atenderte. Es una gran experiencia caminar por el hotel, imaginando cómo habrá sido la vida de aquellos marajás que vivieron ahí siglos atrás, además de disfrutar las vistas panorámicas de Udaipur, la ciudad blanca de India.
El viaje continua hacia Jaipur, la ciudad roja y la capital del estado de Rajastán. Un paseo con elefantes lleva al turista hasta la cima del fuerte de Nahargarh, desde donde se puede apreciar una vista de la ciudad entera. Además de paseo con elefantes también se puede montar a camello alrededor del lago, ambas son experiencias muy emocionantes, que valen la pena.
En Jaipur también se encuentra el Hawa Mahal, o palacio de los vientos, construido en forma de la corona de Krishna. Consta de una fachada de cinco pisos donde las esposas del marajá se asomaban por una de las 953 ventanas para observar los desfiles, ya que se veían obligadas –por el purdah– a no enseñar su cara fuera del palacio. Aquí me hospedé en Rajvillas Oberoi, calificado como el tercer mejor hotel en Asia y el octavo en el mundo; está construido como un palacio típico de la época del impero de los marajás, con grandes jardines y verandas.
Para quien visita India no puede faltar la ciudad de Agra, hogar del famoso Taj Mahal, una de las siete maravillas del mundo. Se trata de un mausoleo construido con mármol blanco por el emperador Shah Jahan en memoria de su esposa Mughal Mahal. A pesar de haberlo visto varias veces en fotografías, no estaba preparada para la majestuosidad de este glorioso monumento. La belleza y la armonía se encuentran en su mayor expresión en el Taj Mahal, donde me senté durante horas, reacia a dejar de observar tal perfección. En Agra escogí quedarme en el Oberoi Amarvillas, lujoso hotel que ofrece vistas del Taj Mahal desde sus instalaciones, desde el brillante amanecer reflejado en el mármol blanco hasta el caer de la noche.
Varanasi está situada a las orillas de rio Ganges, y es considerada como una ciudad sagrada para los budistas, hinduistas y jainistas. Es una de las ciudades más viejas del mundo, aún está poblada y es la más vieja de India. Aquí tomé un barco en la madrugada, mientras el sol lentamente iluminaba el río de un tono dorado. Esta ciudad no es para los pusilánimes, es bastante fuerte ver a los fieles arrojando las cenizas de sus seres queridos en su río sagrado, con la esperanza de que tengan un buen renacimiento. En Varanasi me hospedé en el Nadesar Palace, donde me dieron trato de realeza. Los cuartos tienen nombres como el cuarto Persa, el cuarto Lao o el cuarto Bután, en honor de los monarcas que se han hospedado en cada una de las habitaciones.
Los monumentos de Kajuraho es uno de los lugares más visitados en India. Se trata de una serie de templos que fueron construidos en un lapso de doscientos años, cada uno dedicado a un dios hindú diferente y están formados por cientos de esculturas eróticas que representan fragmentos del Kamasutra. La UNESCO le ha otorgado al lugar el título de patrimonio de la humanidad.
El último destino fue la vibrante capital: Nueva Delhi. Aquí visité la tumba de Mahatma Gandhi, héroe nacional, así como la famosa puerta de India. Vale la pena también visitar el templo de la flor de loto, una gigantesca estructura cuya arquitectura recuerda a la flor de la cual lleva el nombre. El fuerte rojo fue designado por la UNESCO como patrimonio de la humanidad, lugar donde antaño vivían los emperadores musulmanes. Es fascinante entrar al mercado viejo, acompañados de un guía, ya que es muy fácil perderse. En Nueva Delhi me hospedé en el Taj Mahal hotel, localizado en el corazón de la ciudad, cerca de las sedes gubernamentales y es, en efecto, donde la mayoría de los diplomáticos se quedan cuando visitan la India.
Si hay un lugar en la faz de la tierra donde los sueños de los hombres han encontrado un hogar desde los primeros días en que comenzó el sueño de la existencia, es India. Romain Rolland
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