Los vinos orgánicos constan de un proceso definido y de un objetivo claro, se alejan de ser una moda, y hoy en día son una tendencia mundial en materia de alimentos en general.
Para comprender qué es un vino orgánico necesitamos distinguir dos partes fundamentales de su proceso, la primera es en el campo, todo el trabajo que se hace con las vides, el suelo y todo lo que influye. La segunda parte es la elaboración del vino, una vez recolectada la uva hasta tener el producto terminado.
Los viñedos se consideran orgánicos desde que se evita el uso de herbicidas, pesticidas y fertilizantes sintéticos y eso en muchos casos significa intensificar la carga de los trabajos manuales, la fertilización con aportes de estiércol o composta, y la prevención de enfermedades por el uso de productos permitidos. Inclusive, existe un tipo de vitivinicultura que va aún más lejos, conocido como cultivos biodinámicos, en el que consideran a su viñedo como un completo sistema viviente.
En cuanto a la elaboración del vino, realmente no hay grandes diferencias entre una vinificación orgánica y la tradicional, ya que está autorizado el uso de cualquier levadura, mientras no estén modificadas genéticamente, son aceptados los cambios de temperatura, la clarificación mediante proteínas naturales o bentonitas y la filtración. Donde posiblemente radica la parte más importante de la vinificación orgánica es en el empleo restringido de dióxido de azufre, es decir, se procura que la proporción de dióxido de azufre siempre esté por debajo de una vinificación tradicional; las normas internacionales exigen que no tenga más de 70 mg por litro para vinos tintos y 80 para blancos y rosados, niveles que raramente se superan con técnicas adecuadas dentro de la bodega.
En cuanto a las características organolépticas de los vinos orgánicos obviamente serán muy similares a los vinos convencionales, pero se podría decir que el proceso productivo es más limpio y privilegia el resguardo de la calidad medioambiental.
La condición de orgánico, finalmente, es una condición más, que implica, sobre todo, un compromiso con la protección de la salud y, en definitiva, el respeto por la naturaleza.
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